Pueblos tribales del Triángulo de Oro: Akha y Lahu

A través de los siglos y la historia, los diferentes territorios del mundo han visto cambiar a las gentes que en ellos habitaban. Las grandes migraciones, no sólo pertenecen a los animales, sino que los grupos humanos han sido quizá la especie que más recorrido ha tenido a los ancho y largo de este nuestro planeta.

Un mismo o similar origen, hoy culmina en la diversidad que tenemos en la Tierra. Esta descripción de la humanidad en su conjunto puede servir también para centrarnos en dos pueblos que, aunque con un pasado común, derivaron en una de las diferentes etnias que hoy habitan la zona del llamado triangulo de Oro: los Akha y los Lahu.

LAHU

Los Lahu son un grupo étnico que habita el norte de Tailandia, llamados por los tailandeses Museur (cazador), provenientes de la zona de Yunnan y, en un pasado más remoto, de la zona tibetano-birmana. Dentro del grupo que vive dentro de las fronteras de Tailandia,  encontramos a la vez dos subdivisiones principales los Lahu Na, y los Lahu Shi, o Lahu negro y Lahu Amarillo, respectivamente, nombres que sirven también para definir los diferentes dialectos que hablan.

Tailandia pueblos tribales triángulo de oro - Lahu
Mujeres Lahu con flores amarillas en la mano

Se trata de una cultura con unos rasgos muy definidos y marcados. Sus poblados están construidos con bambú y madera, y sus viviendas constan normalmente de dos pisos. Su vestimenta se caracteriza principalmente por el uso del color negro como base, habiendo variaciones dentro de las diferentes ramas de la cultura Lahu, las cuales se adornan las ropas con diferentes colores y bordados.

Su religión está muy ligada a los ancestros, y a la creencia en espíritus del bien y del mal. También tienen una concepción muy definida del alma, la cual puede salir y entrar en el cuerpo, además de ser influida por los espíritus, los cuales pueden causar enfermedades. Su religión gira alrededor de dos dioses principales, que representan las fuerzas del cielo, G’ui sha, y la tierra, Ai Ma, la gran madre.

AKHA

Los Akha, son otros los grupos étnicos de la zona norte de Tailandia. Este pueblo, también de origen birmano-tibetano, puede encontrarse en las zonas de Laos, Birmania y el sur de China. Su origen no está muy claro, pero su propia tradición afirma que migraron desde la frontera de Tíbet con China. Fue a principios del siglo XX, huyendo del conflicto que se vivía en Laos y Birmania, que se instalaron en esta zona de Tailandia.

Pese a que en los últimos años, su forma de vida tradicional, igual que la de muchos otros pueblos tribales, se ha visto amenazada por la expansión de la globalización y la forma de vida occidental, han persistido los rasgos de vida tradicionales, manteniendo las características que los identifican.

Tailandia pueblos tribales triángulo de oro - Akha
Mujeres Akha listas para recoger las hojas de té

La Akha es una sociedad igualitaria, donde el respeto social se crea en base a la experiencia y la edad. Sus pueblos siguen manteniendo su estructura tradicional, con casas elevadas sobre zancos, y regentados por una «puerta espiritual», para separar la tierra de los hombres y los animales domésticos y la de los espíritus y los animales salvajes.  Como las demás etnias del Triángulo de Oro, acostumbran a situar sus poblados sobre elevaciones montañosas y, de igual manera que los Lahu, acostumbrar a usar como material de construcción el bambú y la madera. La religión Akha se denomina zahv, un conjunto de creencias basadas en una variante animista y el culto a los ancestros.

Como vemos, ambas culturas comparten rasgos muy similares en cuanto a creencias y cultura, así como a la forma y el lugar en que construyen sus poblados.

Cada vez más, poblaciones indígenas o grupos tribales de todo el planeta se ven afectados por la expansión de las formas de vida modernas, quedando muchas veces relegados a un segundo plano. Aun así, los pueblos del mundo resisten, y estos dos casos son un ejemplo más de como mucha culturas humanas se niegan a abandonar sus formas de vida tradicionales, potenciando de esta manera aquello por lo que viajar nos resulta tan apasionante: la diversidad.

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